Progreso | |
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El progreso es un concepto que indica la existencia de un sentido de mejora en la condición humana y que sean mejores personas.
La consideración de tal posibilidad fue fundamental para la superación de la ideología feudal medieval, basada en el teocentrismo cristiano (o musulmán) y expresada en la escolástica. Desde ese punto de vista (que no es el único posible en teología) el progreso no tiene sentido cuando la historia humana proviene de la caída del hombre (el pecado original) y el futuro tiende a Cristo. La historia misma, interpretada de forma providencialista, es un paréntesis en la eternidad, y el hombre no puede aspirar más que a participar de lo que la divinidad le concede mediante la Revelación. La crisis bajomedieval y el Renacimiento, con el antropocentrismo, resuelven el debate de los antiguos y los modernos, superando el argumento de autoridad y Revelación como fuente principal de conocimiento.
Maastricht | |
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Maastricht (en español Mastrique, hoy en desuso;[2] antiguamente también denominada Maestricht; en limburgués: Mestreech) es la capital de la provincia de Limburgo. La ciudad está situada en ambas orillas del río Mosa (Maas en neerlandés), en el extremo sur de los Países Bajos entre Bélgica y Alemania. Forma parte de la Eurorregión Mosa-Rin junto con la ciudad alemana de Aquisgrán y la ciudad belga de Lieja, que conjuntamente sobrepasan los 2 millones de habitantes.[3]
La ciudad, una de las treinta más pobaldas del país, está situada a unos 230 km al sureste de la capital Ámsterdam y de la sede del gobierno La Haya y por esto bastante alejada de la gran conurbación neerlandesa del Randstad, por lo que ha podido conservar una identidad propia. Se la considera la ciudad menos neerlandesa y menos nórdica de los Países Bajos, destacándose atípicamente por su gran oferta gastronómica y posición importante en el mundo de la alta cocina, así como por su población cosmopolita, que ostenta un ambiente de alta moda y un estilo de vida distinto al resto del país.[4]
Durante la guerra de los ochenta años que los Países Bajos libraron contra España para conseguir su independencia, Maastricht fue objeto de varias batallas. En 1579, los tercios españoles de Alejandro Farnesio asediaron y tomaron la ciudad que, después de ser incendiada y saqueada, quedó en manos españolas hasta 1632, cuando Federico Enrique de Orange-Nassau la conquistó para las Provincias Unidas de los Países Bajos.