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Pomona vs. Salt - Comparación de tamaños
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Pomona era, en la mitología romana, la diosa de la fruta, y por extensión de los árboles frutales, los jardines y las huertas. Era una diosa únicamente romana, y se asocia generalmente con la abundancia, particularmente con la floración de los árboles —en oposición a la cosecha— y además de las frutas; también lo era del olivo y de la vida.[1]​ El cuchillo de podar, o la hoz, fueron sus atributos. Detestaba la naturaleza salvaje y prefería los jardines cuidados: ninguna deidad conocía como ella el arte de su cultivo y el de los árboles frutales. Pomona no sentía ninguna atracción por los hombres, a pesar de ser requerida por todos los dioses campestres. El nombre de la diosa deriva claramente de pomum, 'fruta' (y es llamada por ello Patrona pomorum, 'señora de los frutos').



Ovidio la describe con una hoz en la mano derecha (y a veces con un jabalina como en el caso de otras divinidades).[2]​ Le fue dedicado un bosque sagrado llamado Pomonal, situado al sur de la XII piedra millar de la Vía Ostiense,[3]​ muy cerca del actual Castel Porziano.[4]​ El culto de la diosa estaba a cargo de un flamine menor, el flamen pomonalis, que en el orden sacerdotal era el menos importante de todos.[5]​ No tenía ninguna festividad, pero según el poeta Ausonio, Pomona tenía en tutela el mes de septiembre porque en él madura la fruta.[6]​

Fuente: Wikipedia
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La sal común o sal de mesa, conocida popularmente como sal, es un tipo de sal denominada cloruro sódico (o cloruro de sodio), cuya fórmula química es NaCl. Existen tres tipos de sal común, según su procedencia: la sal marina y la de manantial, que se obtienen por evaporación; la sal gema, que procede de la extracción minera de una roca mineral denominada halita, y la sal vegetal, que se obtiene por concentración, al hervir una planta gramínea (método también utilizado para la obtención de azúcar a partir de otra planta gramínea) que crece en el desierto de Kalahari.[1]​ La sal proporciona a los alimentos uno de los sabores básicos, el salado,[2]​ que es posible percibir debido a que la lengua tiene receptores específicos para su detección. El consumo de la sal modifica el comportamiento frente a los alimentos, ya que es un generador del apetito y estimula su ingesta.[3]​[4]​ Se emplea fundamentalmente en dos áreas: como condimento de algunos platos y como conservante en los salazones de carnes y pescado (incluso de algunas verduras), así como en la elaboración de ciertos encurtidos.[5]​ Desde el siglo XIX, el uso industrial de la sal se ha diversificado e interviene en multitud de procesos, como por ejemplo en la industria del papel (hidróxido de sodio -NaOH-), la elaboración de cosméticos, la industria química, etcétera. En el siglo XXI, la producción mundial de sal total destinada a consumo humano no alcanza el 25 por ciento de la producción total.[6]​ La sal es la única roca que es comestible para el ser humano, y es posiblemente el condimento más antiguo.



[7]​ Su importancia para la vida es tal que ha marcado el desarrollo de la historia en muchas ocasiones, y sigue moviendo las economías y es objeto de impuestos, monopolios, guerras, etcétera.[8]​ Fue incluso un tipo de moneda. El valor que tuvo en la antigüedad se redujo desde que comenzó a disminuir su demanda mundial para el consumo humano, debido en parte a la mejora en su producción y a la conciencia mundial que ha generado la posible relación que posee con la aparición de la hipertensión.[9]​ En el siglo XXI, las dietas procuran incluir menos sal en sus composiciones, y los nuevos sistemas de conservación (pasteurizados, refrigerados y congelados, alimentos envasados al vacío, etcétera) permiten evitar por completo el empleo de la salazón sobre los alimentos. La sal es un condimento barato y que puede conseguirse fácilmente en cualquier tienda o supermercado. El consumidor la encuentra en tres formatos: fina, gorda o en forma de copos (esta última suele utilizarse en la alta cocina). Se comercializa también de dos tipos: como sal refinada, la más habitual, en forma de cristales homogéneos y blancos, y como sal sin refinar, cuyos cristales pueden ser más irregulares y menos blancos. Un número cada vez mayor de países la comercializan como un alimento funcional al que se le añade yodo para prevenir enfermedades locales, como el bocio,[10]​ o flúor para prevenir la caries.[11]​

Fuente: Wikipedia

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