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Kolkata vs. Salt - Comparación de tamaños
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Calcuta[1]​ es la ciudad capital del estado indio de Bengala Occidental.[2]​ Su nombre oficial es Kolkata (en bengalí, কলকাতা),[3]​ aunque hasta el 1 de enero de 2001 era Calcutta, y su denominación original, que aún es utilizada en la literatura culta, fue Kolikata (en bengalí কলিকাতা). Es conocida como “la ciudad de la alegría” o “la ciudad de los palacios”; y localmente como Michhil Nagari (মিছিল ন). En una época fue la ciudad más poblada de la India, por delante de Bombay. Según el último censo indio, del 1° de marzo de 2001, la ciudad “propiamente dicha” tenía 4 580 544 habitantes. El hecho de que el censo anterior (de 1991) ya hubiese arrojado 4 399 819 hab sugiere fuertemente una cierta saturación del casco urbano histórico de la ciudad.



Debido a eso mismo, estimados posteriores calculan que el Bangalore “estrictamente definido” ya ha sobrepasado la población de Calcuta, la cual entonces pasaría a ubicarse cuarta entre las grandes ciudades indias (detrás de Bombay, Delhi y del propio Bangalore). No obstante, según los mismos datos oficiales de 2001, la población de su área metropolitana ascendía a los 13 211 853 habitantes[4]​(11 021 918[4]​ de acuerdo al anterior, de 1991). Para enero de 2009, una estimación ya la ubicaba cerca de los 15 230 000.[5]​ De esta manera, sólo los aglomeraciones urbanas de Bombay y Delhi la superan. No se debe confundir con la antigua ciudad de Calicut (la actual Kozhikode, de un millón de habitantes, en el estado sureño de Kerala).

Fuente: Wikipedia
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La sal común o sal de mesa, conocida popularmente como sal, es un tipo de sal denominada cloruro sódico (o cloruro de sodio), cuya fórmula química es NaCl. Existen tres tipos de sal común, según su procedencia: la sal marina y la de manantial, que se obtienen por evaporación; la sal gema, que procede de la extracción minera de una roca mineral denominada halita, y la sal vegetal, que se obtiene por concentración, al hervir una planta gramínea (método también utilizado para la obtención de azúcar a partir de otra planta gramínea) que crece en el desierto de Kalahari.[1]​ La sal proporciona a los alimentos uno de los sabores básicos, el salado,[2]​ que es posible percibir debido a que la lengua tiene receptores específicos para su detección. El consumo de la sal modifica el comportamiento frente a los alimentos, ya que es un generador del apetito y estimula su ingesta.[3]​[4]​ Se emplea fundamentalmente en dos áreas: como condimento de algunos platos y como conservante en los salazones de carnes y pescado (incluso de algunas verduras), así como en la elaboración de ciertos encurtidos.[5]​ Desde el siglo XIX, el uso industrial de la sal se ha diversificado e interviene en multitud de procesos, como por ejemplo en la industria del papel (hidróxido de sodio -NaOH-), la elaboración de cosméticos, la industria química, etcétera. En el siglo XXI, la producción mundial de sal total destinada a consumo humano no alcanza el 25 por ciento de la producción total.[6]​ La sal es la única roca que es comestible para el ser humano, y es posiblemente el condimento más antiguo.



[7]​ Su importancia para la vida es tal que ha marcado el desarrollo de la historia en muchas ocasiones, y sigue moviendo las economías y es objeto de impuestos, monopolios, guerras, etcétera.[8]​ Fue incluso un tipo de moneda. El valor que tuvo en la antigüedad se redujo desde que comenzó a disminuir su demanda mundial para el consumo humano, debido en parte a la mejora en su producción y a la conciencia mundial que ha generado la posible relación que posee con la aparición de la hipertensión.[9]​ En el siglo XXI, las dietas procuran incluir menos sal en sus composiciones, y los nuevos sistemas de conservación (pasteurizados, refrigerados y congelados, alimentos envasados al vacío, etcétera) permiten evitar por completo el empleo de la salazón sobre los alimentos. La sal es un condimento barato y que puede conseguirse fácilmente en cualquier tienda o supermercado. El consumidor la encuentra en tres formatos: fina, gorda o en forma de copos (esta última suele utilizarse en la alta cocina). Se comercializa también de dos tipos: como sal refinada, la más habitual, en forma de cristales homogéneos y blancos, y como sal sin refinar, cuyos cristales pueden ser más irregulares y menos blancos. Un número cada vez mayor de países la comercializan como un alimento funcional al que se le añade yodo para prevenir enfermedades locales, como el bocio,[10]​ o flúor para prevenir la caries.[11]​

Fuente: Wikipedia

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