Halifax | |
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Halifax es la capital y ciudad canadiense más grande de la provincia de Nueva Escocia, y el centro económico de las Provincias Atlánticas. Es el puerto más grande del país en su costa atlántica.
El municipio tenía una población de 403.131 habitantes en 2016, con 316.701 en el espacio urbano centrado en el puerto de Halifax.[2][3]
Halifax entró en el ranking de la revista MoneySense como el cuarto mejor lugar para vivir en Canadá en 2012,[4] y se situó en el primer lugar de las grandes ciudades con mayor calidad de vida, y se situó en segundo lugar en la lista de las grandes ciudades del futuro, ambas en la revista americana fDi Magazine.
Łódź | |
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Lodz (en polaco, Łódź; [ˈwut͡ɕ] ( escuchar)) es la capital del voivodato homónimo y la tercera ciudad más poblada de Polonia, con 687 702 habitantes (2018).[2] Está situada en el centro del país, 121 km al suroeste de Varsovia.[3] El escudo de la ciudad es un ejemplo de armas parlantes, ya que representa un barco (łódź), que alude al nombre de la ciudad.
Lodz fue una vez un pequeño asentamiento que apareció por primera vez en registros escritos alrededor de 1332. A principios del siglo XV se le concedieron los derechos de ciudad, pero seguía siendo una ciudad modesta. Fue propiedad de obispos y clérigos kuyavianos hasta finales del siglo XVIII, cuando Prusia anexó Lodz como resultado de la segunda partición de Polonia. Tras el colapso del ducado independiente de Varsovia, la ciudad se convirtió en parte del Congreso de Polonia, un estado cliente del Imperio ruso. Fue entonces cuando Lodz experimentó un rápido crecimiento en la industria textil y en la población debido a la afluencia de migrantes, sobre todo alemanes y judíos. Desde la industrialización del área, la ciudad ha luchado con muchas dificultades, como el multinacionalismo y la desigualdad social, que se documentaron vívidamente en la novela La tierra prometida escrita por el autor polaco ganador del Premio Nobel Władysław Reymont. Los contrastes se reflejaron en gran medida en la arquitectura de la ciudad, donde coexistían lujosas mansiones con fábricas de ladrillos y antiguas casas de vecindad.[4]
Después de que Polonia recuperó su independencia en 1918, Lodz se convirtió en una de las ciudades más grandes de Polonia y en uno de los centros más multiculturales e industriales de Europa.